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Des-automatizar la respiración

Actualizado: 27 jul 2019



La mayor parte de nuestra vida ejecutamos acciones que ya sabemos hacer, y las repetimos de manera casi automática. A estas acciones las llamamos hábitos, y son mucho más presentes de lo que solemos creer. Tu manera de sostener la cabeza y los hombros y las curvaturas de tu columna vertebral (o sea, tu postura habitual), tu manera de lidiar con la gravedad y mantener el equilibrio, y mucho más, son patrones cerebrales repetitivos que encienden una y otra vez redes neuronales bien establecidas. La respiración cae también en esta categoría. Seguimos respirando y rara vez tomamos consciencia del acto.


Los hábitos son muy necesarios. Las cosas conocidas y familiares que repetimos muchas veces ya no requieren de atención y ocupan muy poca energía cerebral. Al convertirse en automáticas liberan al cerebro para enfocarse en las tareas de la vida momento a momento, aquellas tareas que sí demandan tu atención plena.


 

Para muchos de nosotros, la rutina de los hábitos cotidianos es una necesidad esencial. Por ejemplo, los músicos somos gente de rutina, (y en particular los músicos clásicos, creo). Nos levantamos en la mañana y sabeos qué hay que hacer: calentamiento/vocalización, técnica, estudio… las cosas tienen su orden y se repiten de un día al otro.


Por otro lado, siempre estamos estudiando composiciones nuevas, enfrentando nuevos desafíos. Esto nos da la sensación de que estamos siempre avanzando, y por eso, rara vez cuestionamos esta rutina. Es reconfortante saber qué es lo que corresponde hacer, saber que estamos en buen camino y que si seamos constantes y disciplinados seguiremos avanzando y mejorando el rendimiento.


A lo largo de los años de mi carrera empecé a dudar esta certeza. En algún momento dejé de avanzar, mi rendimiento mantuvo su nivel pero dejó de mejorar. Me di cuenta que esta rutina diaria de práctica y estudio no garantiza una mejora constante. Es más, se convirtió en la razón del estancamiento.


Llegué a distinguir, mentalmente, entre dos modos de operar. Esta distinción, que no la había escuchado mencionar por ningún profesor, es entre lo habitual y lo novedoso; entre lo de siempre y algo distinto; entre seguir una rutina y salir de ella; entre el hábito y el aprendizaje.


No puedes hacer lo mismo de siempre y esperar un nuevo resultado.


Aprendí a buscar maneras nuevas y poco habituales de hacer las cosas, y esto no es nada fácil. Se te ocurre una nueva idea, la pruebas, te gusta y la adoptas o no te gusta y la abandonas, y ya está: al otro día ya no es nueva. ¿Do dónde sacas más y más novedades?


Encontré varias respuestas en disciplinas extra-musicales. Aprendí a generar el espacio de aprendizaje que es separado y distinto del espacio de rendimiento en el que nos movemos habitualmente. Aprendí cuáles son las condiciones que permiten el aprendizaje y el cambio, y cómo generarlas. Y el aprendizaje más difícil que intento implementar en todos los ámbitos de mi vida: mejorar y avanzar implica cambio, y requiere de una disposición para cambiarse, y esto siempre nos cuesta bastante. A menudo queremos que las cosas cambien, pero al mismo tiempo quedarnos iguales, no cambiarnos, no salir de la zona de confort de lo conocido y habitual.


Hoy en día me dedico a compartir estos conocimientos con mis colegas músicos (y con cualquier persona que me quiere escuchar); a ayudarles a salir de la rutina y volver a encontrar maneras nuevas de mejorar el rendimiento; a conocerse mejor, ampliar la conciencia de su cuerpo y de su acción para poder cuidarse y tratarse con cariño; a saber mejor qué es lo que están haciendo en todos estos puntos ciegos o automáticos, en esas partes del cuerpo que no están en el primer plano de su atención; cómo usar esta conciencia ampliada para generar cambios positivos y deseados, y evitar los hábitos que nos hacen daño y quitan energía.


La respiración es clave para generar este tipo de cambio. Respirar, claramente, es un hábito bien arraigado: la mayor parte de la vida respiramos de manera automática, sin prestarle atención; ya sabemos cómo hacerlo, y tenemos nuestra manera habitual: algunos respiramos más hacia el abdomen y otros hacia el pecho; algunos tenemos la caja torácica muy rígida; podemos respirar por la nariz o por la boca, etc.


El mero hecho de prestarle atención y jugar con distintas posibilidades cambia la manera de respirar, y esto conlleva cambios en otros sistemas: podemos afectar el ritmo cardiaco, el nivel de ruido mental, las emociones; podemos calmarnos o agitarnos, centrarnos y enfocarnos; incluso se usa la respiración para entrar en estados psíquicos alterados.


Si la respiración es parte importante de tu quehacer, si eres cantante, tocas un instrumento de viento, eres buzo o maratonista, seguro que ya tienes una práctica consciente de respiración. Sino, es posible que nunca le prestas atención. En ambos casos, podrías beneficiarte del acercamiento que te propongo en mi programa en línea “Respiración potente”. Te ofrezco ejercicios y maneras de relacionarse con la respiración que probablemente serán novedosas para ti, y que podrán generar cambios positivos en distintos ámbitos de tu vida:


  • Cuidarte mejor

  • Hablar, cantar y usar tu voz con más soltura y menos tensión

  • Liberar el cuerpo para respirar plenamente

  • Conocer mejor los mecanismos involucrados en la respiración

  • Agudizar tu propiocepción (la sensación interna de tu propio cuerpo, su posición y movimiento)

  • Usar la respiración para calmarte, enfocarte, dormir mejor...


Este curso está disponible en línea; lo puedes hacer en tu ritmo y en tu lugar preferido, y repetirlo todas las veces que quieras. Para recibir acceso al material completo del curso. Su precio de lanzamiento es $79.000 (pesos chilenos), válido hasta 15 de julio de 2019.


Con cualquier consulta, ponte en contacto conmigo:

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