Siempre observo y pongo atención en cómo se mueve la gente. Es lo que sé hacer, lo que mi entrenamiento me facilita, no lo puedo evitar. Voy a un concierto, y parte del placer de presenciar música en vivo consiste en poder mirar a los músicos, cómo usan su cuerpo, cómo generan, físicamente, el sonido que oigo. Al fin y al cabo, la música que hacemos surge directamente de nuestro movimiento.
Estoy en Buenos Aires. Fui a un concierto de una agrupación de tango, una de las más prominentes del tango nuevo, el directo linaje de Astor Piazzolla. El pianista es genial, la música es maravillosa, un perfecto equilibrio de ritmo poderoso y rubato desgarrador, una fuerza rítmica que me deja erguido en el asiento.
Y veo la espalda del pianista. Su sonido tiene fuerza, precisión, velocidad, es uno de los mejores. Pero su espalda no se mueve, se ve como un bloque. Sus hombros, su tronco, su pelvis - cero movimiento.
Y me digo: este señor tiene más de 70 años, para él funciona bien. Muchos pianistas con esta falta de movilidad en el centro del cuerpo ya se han hecho lo suficiente daño para haberse retirado. Probablemente, este gran pianista no llegaría a pedirme ayuda. Pero estoy al servicio de todos estos otros pianistas que no han aprendido que tocar el piano requiere de todo el cuerpo, no solo de las manos, y están en peligro de dañarse.
La idea fisiológica es simple: los músculos grandes deben encargarse del trabajo grande, de la fuerza, y los músculos pequeños de la terminación fina. Las manos, los dedos, caen en esta segunda categoría.
Y esto muy rara vez se aborda en la clase de piano: cómo se distribuye y cambia el peso sobre tus isquiones en el asiento; cómo se mueven las costillas y los omóplatos cuando tocas el registro alto, bajo, medio, cuando tienes las manos muy juntas o muy separadas; qué hace la columna vertebral al cambiar la mirada entre la partitura y el teclado cuando estás leyendo…
Si tocas el piano o cualquier otro instrumento, si cantas o diriges, te serviría ampliar la mirada, y tu conciencia, hacia estas zonas del cuerpo donde se alberga tu potencia, y optimizar su funcionamiento. No solo te cuidarás mejor y sacarás la fuerza de donde la tienes; también cambiará tu expresión musical, porque vas a involucrar a todo tu ser, y podrás crear intensidad sin generar tensión.
Si te resuena algo de eso y quieres saber más, ponte en contacto conmigo. Mis sesiones individuales y mis clases grupales te pueden ayudar a despertar nuevos niveles de conciencia, a cuidarte mejor y recrear tu camino individual de crecimiento y aprendizaje. Si dejas tu teléfono, te llamaré.
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